'Lola Ros Mayor, cofrade ejemplar del Resucitado' PDF Imprimir E-mail
Escrito por Rogelio Abad Martínez. 21 de abril de 2017, viernes   

Rogelio Abad Martínez dedica su artículo a Lola Ros Mayor, quien falleció hace unos días. Esposa del recordado Julio Sarabia Albaladejo, era madre de Julio Sarabia Ros, dentro de una familia que ha dejado y sigue dejando huella dentro de la Cofradía del Resucitado.


“Amiga Lola, no voy a hablar de los años que nos conocemos los cuales se pierden en el túnel del tiempo. Pero tu forma de actuar ha sido y será el ejemplo de la generación actual y venidera de Cofrades Blancos, así como suena , tu sencillez innata y tu amor in conmensurado a nuestra querida y venerada  Madre la Virgencica del Amor Hermoso que ha alcanzado cotas insospechadas.

Yo siempre he dicho que detrás de un gran hombre como era Paco Sarabia siempre había junto a él, una gran mujer  que eras tu, como una unidad de apoyo, sufriendo las largas esperas cofrades  que no son pequeñas, resistiendo con todo estoicismo  era lo que tocaba, y al hilo de esta cuestión, un día te dije, de las muchas veces que nos veíamos pues vivíamos en el mismo barrio y relativamente cerca, “tú te has casado dos veces en el mismo día”, y una de ellas fue con nuestra querida Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado a la cual tu te entregaste en cuerpo y alma desde  el primer momento sin reservas.

Daba mucha alegría cuando aparecías en cualquier acto cofrade nuestro en compañía de viudas de compañeros, sobre todo de los de la agrupación de María Magdalena, lo que demostrabas una señal inequívoca de tu talante conservando y manteniendo unidas a las tres honrando la memoria de aquellos grandes cofrades que fueron en vida vuestros esposos y que ayer un año mas estarían presenciando la procesión desde ese palco que tenéis reservado en el Reino de los Cielos.

Viniste a hacer tu particular entrada triunfal a la ‘casa del Padre’ en una fecha tan señalada, donde el luto se apoderó de todos nosotros el día mas grande que tenemos los cofrades blancos.

Pero a pesar de tu aspecto frágil entre pecho y espalda había un gran corazón adornado con una fina sensibilidad cofrade que a todos los que te trataba vamos era un verdadero ejemplo a seguir.

Sólo me resta pedirte que, cuando te encuentres frente a frente con nuestra querida Madre, le pidas que interceda por nuestra cofradía y todos sus miembros y que nos siga protegiendo bajo su manto.

Descansa en paz. Amén".


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