La iglesia de Santa María acogió la celebración de la Salve grande en honor de la Virgen del Primer Dolor. La ceremonia se enmarca en la quinta semana de cuaresma, a pocos días de dar ya comienzo la Semana Santa.

Antes de iniciar el acto, distintas autoridades y hermanos californios y del resto de cofradías desfilaron en procesión claustral hasta el altar. Allí, les esperaba una Virgen del Primer Dolor que se elevaba tres metros desde el suelo, una posición privilegiada que le dejó mirar, con sus ojos tristes, a una iglesia de Santa María abarrotada de fieles que venían dispuestos a cantarle para consolarla. La rodeaban anturios rojos a juego con la túnica con la que hacía unas horas la habían vestido sus hijos californios. Bajo sus pies, se desplegaba un altar cubierto de telas del mismo color.

Entre las autoridades que acompañaban el desfile claustral, cabe mencionar al alcalde de Cartagena, José López y la vicealcaldesa, Ana Belén Castejón. Cerraban la hilera de hachotes blancos los capellanes de las 4 cofradías, así como sus respectivos hermanos mayores. Todos seguían al estandarte californio y, en sus pasos, mantenían el ritmo de la marcha que interpretaba la agrupación musical Sauces.

La Sección de Honores de la agrupación de granaderos californios se desplegó en una fila que ocupó todo el lateral derecho del templo. Quietos y pacientes, sus uniformes impolutos se mantuvieron firmes escoltando a la Virgen en su ceremonia.

Tras la lectura del Evangelio, el capellán de la cofradía california, Rvdo. D. Francisco de Asís Pagán, realizó una breve homilía que giró en torno a los dolores de la Virgen. A este respecto, comenzó su discurso afirmando que la madre de los cristianos “participa de la muerte redentora de su hijo porque ella también sufrió. Una espada atravesó su corazón. Una espada que auguraba la muerte”.

El sufrimiento es precisamente la pieza esencial del cristianismo, “el sufrimiento es la forma de vida que la fe católica muestra a sus seguidores. Al ser bautizados, fuimos bautizados en su muerte”, afirmó el capellán y recalcó que el primer dolor de María “anuncia que ningún cristiano puede escapar de abrazar la cruz”.

Además del bautismo, D. Francisco de Asís también habló del sacramento de la eucaristía y, a este respecto, señaló que justo en ese día de la Salve Grande, se cumplían 56 años de su primera comunión. El capellán no pudo ocultar su emoción por la coincidencia.

Tras concluir su reflexión, se procedió a bendecir dos nuevos elementos litúrgicos que los cartageneros verán desfilar en esta Semana Santa. Se trata de una campana nueva para el trono del Santísimo y Real Cristo de la Misericordia; y de un estandarte para el tercio femenino de El Lavatorio de los Pies, de la agrupación Santiago Apóstol.

La ceremonia estuvo en todo momento protegida por las voces de la coral Carthagonova, dirigida por Pedro Andrés García y por el órgano de Iban Huertas. La coral cantó la Salve Grande del autor D. Manuel Hernández Espada. Para finalizar el acto, los fieles asistentes entonaron al unísono la salve popular cartagenera.

Cabe destacar que el ‘Procesionista del año’ de este 2017, Francisco de la Cerra, debido a su nuevo título, no pudo acudir a la ceremonia, algo que no había pasado en 41 años de ininterrumpida presencia de esta fugura.

En la calle, la Sección de Honores de la agrupación de granaderos californios realizó su tradicional marcha por la calle del Aire en honor y homenaje a la Virgen del Primer Dolor.